«Tenía ganas de contar la historia no desde el migrante, sino desde quienes lo reciben»
Roberto Valencia, también conocido como Beto Val, es el director de “El extraño caso del hombre bala”, ganador del premio EITB Besarkada de la Sección Oficial del Homeless Film Festival. Hemos hablado con él sobre su trabajo.
El cortometraje «El extraño caso del hombre bala» es el ganador del premio EITB Besarkada de la 9ª edición del Homeless Film Festival. ¿Cómo recibiste la noticia?
Fue una grata noticia cuando lo recibimos, primero para mí y, luego, para el equipo, por varias razones: la primera, porque el corto ha tenido la oportunidad de estar presente en varios festivales a lo largo de este año. Lo terminamos básicamente el último día de diciembre del año pasado, y a partir de más o menos febrero, que empezaron a activarse los festivales, ha empezado a rodar ya por ahí y ha tenido la posibilidad de estar en algunos. Pero, como lo dije anteriormente, a mí la idea de ganar en un festival que tenga una temática y un enfoque particular siempre tiene un mérito distinto. Y también cuando estás, de alguna forma, compitiendo con otros géneros, no es solo la categoría animación, sino también con otros cortos de ficción o cortos documentales, incluso, yo creo que tiene un mérito mayor que las historias contadas a través de la animación o de los dibujos animados puedan sobresalir. Yo siempre digo, la ficción tiene un punto ahí más fuerte, o el testimonial o el documental. Entonces, que las historias animadas logren, de alguna forma, sobresalir en estos entornos, le da un poco más a nosotros de alegría de poder haber ganado.
La animación también tiene otro plus, que llega de otra manera al público: una forma más inesperada, más sutil… Otro lenguaje, al fin y al cabo.
Sí, pero sabes, cuando… Existe a veces en el mundo, al menos yo lo he percibido así, como en el mundo de la literatura, la literatura infantil se siente como un poquito un género menor. Lo mismo pasa un poco con animación, cuando lo enfrentas a otras formas de contar historias, siempre es la actividad como: ¡Ah! Esto es más infantil, eso es para niños. Hay una cierta sutileza ahí, que se hace Luego, claro, hay grandes logros, como lo que hizo Miyasaki, que puso en valor la animación como un género en el cual se puede contar historias que son más de un tipo más profundo, cosas así. Entonces, yo creo que ahí hay un trabajo que hay que hacer para desencastillar un poco a la animación como un género en ese sentido, que pueda considerarse un poquito menor. No porque lo seas, que no porque te puede percibir así.
¿Cómo surgió la idea de crear este trabajo?
Bueno, hay dos partes. La primera tiene que ver con mi experiencia como migrante. Yo vengo del Ecuador, y en Ecuador hace 25 años, hubo una migración masiva por una crisis financiera que dio como resultado más de un millón de personas que emigraron a Europa. Yo migré a Europa por otras condiciones, no necesariamente económicas, pero al final no importa mucho cómo migras; el impacto puede ser siempre igual de fuerte, y también los prejuicios, las discriminaciones que puede surgir o recibir a partir de eso, son iguales. No importan mucho las condiciones que te hicieron migrar.
Esto me hizo vivir un montón de experiencias de todo tipo, buenas, no tan buenas y malas, alrededor del ser, el recién llegado, el otro, el extraño, el diferente que llega a un lugar. Pero también desde el punto de vista artístico. Yo soy artista desde pequeño, soy comunicador también, es decir, escribo. Y creo que estas experiencias me permitieron empezar a construir esta historia. Surge en realidad como un cuento, un cuento que escribí en Madrid hace como casi 20 años atrás. Y es curioso, porque lo escribí en una tarea de un taller de literatura que tomé.
Y claro, en algún momento me nació la idea de: ¿Qué pasa si este personaje vuela demasiado lejos? O sea, ¿qué pasa si la fuerza le hace que salga del lugar común y termine en otro lugar que él no esperaba ni sabía? Esa fue el germen de la historia. Luego, con el pasar de los años, fue madurando hasta llegar a lo que es ahora, que es una metáfora de alguien que viene de otro lugar, que no sabemos de dónde viene, no sabemos qué idioma habla, no sabemos por qué está ahí.
Pero este no es el problema. Generalmente, las historias de migración, en muchas ocasiones, se cuentan desde el punto de vista del que migra, es decir, es él el protagonista, lo que sufre, lo que le pasa, cómo lo supera o no, cómo cambia su forma de pensar o no. Pero yo tenía ganas de contar la historia no desde él, sino desde quienes lo reciben. ¿Qué pasa con ellos? ¿Qué pasa con las personas que le rodean un poco? ¿Cómo afecta su sola presencia, su color de piel, su forma de vestir? ¿Cómo eso afecta al alrededor? Un montón de prejuicios, miedos, sustos. El hombre bala está contado en este tono. Es un personaje central de la historia, que, sin embargo, no hace nada en la historia. Prácticamente ni se mueve ni habla; no hace nada. Sin embargo, su sola presencia, su sola presencia física, genera un tsunami dentro del pueblo a donde llega. La idea de contar la historia de la migración desde ahí me parecía bonita e importante.
¿Qué recorrido está teniendo este trabajo y qué viene ahora?
Está funcionando en los festivales. Hoy estamos seleccionados en cerca de 60 festivales del mundo, y ha ganado al menos 20 premios. Todavía no hemos completado el primer año. Los cortometrajes tienen una vida útil de más o menos dos años, si tienes suerte. El año en que lo lanzas y el siguiente año.
Si bien hemos querido también ir a festivales con algún otro tipo de trascendencia, también nos han interesado festivales que hablen sobre derechos humanos, festivales que hablen sobre temáticas específicas, pero también nos ha interesado que llegue a pequeños pueblos. Ha estado inscrito en festivales muy modestos, con poco tiempo de historia.
Por ejemplo, «El extraño caso del hombre bala» ha llegado y ha ganado un premio en un festival de un pueblo muy pequeño en el norte de Islandia, donde todos los vecinos no suman más de 200 personas. Hasta ahí ha llegado el hombre bala, porque el hombre bala también tiene que hacer ese trabajo, de poder llegar hasta los rincones más pequeños. Y en esa estrategia, si cabe el término de distribución o de participación, nos ha permitido tener las bonitas notitas, como la haber ganado este festival en Bilbao, y de, sobre todo, hacer que la temática esté presente y se pueda debatir y hablar alrededor de la migración.